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contaminaciondel agua del rio tunjuelito number o

Author:xiomara peña Time:2024/09/22 Read: 5322

contaminaciondel agua del rio tunjuelito number of words: 1500

La Sombra del Tunjuelito

El río Tunjuelito, un hilo plateado que serpenteaba entre los cerros, había sido su amigo de infancia. Lo recordaba como un río cristalino, donde los niños se zambullían sin miedo, la piel fresca y salpicada de agua, la risa resonando en el aire limpio. Ahora, esa imagen se desvanecía como un sueño, sustituida por la realidad de un río enfermo, contaminado, un reflejo de la desidia humana.

Era un día caluroso, el sol implacable se reflejaba en la superficie turbia del Tunjuelito. El aroma nauseabundo que emanaba del agua se mezclaba con el polvo de la calle, un olor a podredumbre que se clavaba en la garganta. Elena, una mujer de cabello cano y ojos que parecían guardar los recuerdos de un río limpio, caminaba con pasos pesados por la orilla. En sus manos, una canasta de mimbre cargada con un puñado de manzanas verdes, un recuerdo de la tierra fértil que alguna vez bordeó el río.

El Tunjuelito, un río que había alimentado a la comunidad durante generaciones, se había convertido en un enemigo invisible. Las aguas negras, contaminadas por los residuos industriales y las descargas de aguas residuales, comenzaban a afectar la salud de la gente. Las manzanas de Elena, que solían ser jugosas y dulces, ahora se veían deformes, su sabor amargo. La comunidad se enfermaba, los niños presentaban fiebre y las mujeres embarazadas temían por sus hijos.

Un día, un viejo pescador, Don Miguel, a quien Elena recordaba por sus anécdotas de un Tunjuelito puro, le mostró un libro desgastado y lleno de notas. “El río tiene memoria, Elena,” le dijo, su voz ronca por los años. “Este libro es una tradición ancestral, una historia de cada gota de agua que ha fluido por estas tierras.” En sus páginas, Elena encontró un mapa antiguo que mostraba la ruta de un manantial legendario, la fuente de la pureza del Tunjuelito. La leyenda decía que este manantial poseía el poder de curar el río enfermo.

Elena, inspirada por la historia, decidió emprender una aventura. Con la ayuda de los jóvenes de la comunidad, se armó de un mapa y una brújula, preparada para enfrentar los riesgos que se presentaran. Su objetivo: encontrar el manantial y restaurar la vida al río Tunjuelito.

El camino era largo y peligroso. Atravesaron bosques enmarañados, cruzaron ríos turbios y se enfrentaron a los desafíos que impuso la naturaleza. Elena, impulsada por la esperanza de un Tunjuelito limpio, no perdió la fe. Las frías noches las pasaba leyendo el libro de Don Miguel, su voz susurrando historias de un río que volvía a brillar. La leyenda del manantial la fortalecía y la guiaba en su viaje.

Después de días de ardua búsqueda, Elena y sus compañeros llegaron a un valle aislado, rodeado de cerros que parecían vigilar el secreto del manantial. Entre los árboles antiguos y las flores silvestres, encontraron un manantial cristalino, su agua brillaba con un resplandor mágico. Era un oasis de pureza en medio de la contaminación.

Con manos temblorosas, Elena recogió un poco del agua sagrada. Sabía que era la única esperanza del Tunjuelito. De regreso a la comunidad, Elena y sus compañeros organizarán un ritual ancestral, como un acto de purificación, dejando caer el agua sagrada en el Tunjuelito. Un silencio lleno de expectativa se apoderó del lugar. Un momento de esperanza, de fe.

Las primeras gotas del manantial cayeron en el río turbio, una lluvia de cristal sobre la oscuridad. Y de repente, un cambio. Un color verde apareció en el agua turbia, luego un brillo plateado se extendió por la superficie. Era como si el río respirara de nuevo, su vida volviendo a fluir con fuerza.

El río Tunjuelito volvía a ser el amigo de la infancia de Elena, un testigo de la resistencia humana. La comunidad se alegraba, sus caras iluminadas por la esperanza. Habían recuperado su río, su fuente de vida, su identidad. Elena miró el Tunjuelito, ahora limpio y brillante, un reflejo del amor que se le tenía. En sus ojos cansados brillaba la esperanza de un futuro más sano, un futuro en el que el río Tunjuelito volviera a ser el símbolo de la vida y la belleza.