Esta es la historia de un sándwich que viajó en
Esta es la historia de un sándwich que viajó en la dimensión y fue transportado a la dimensión de los Evangelios Gnósticos, y conoce a Juan el Bautista mandeo, y el sándwich y Juan el Bautista mandeo se confrontan contra Jesús Gnóstico y Judas Gnóstico y María Magdalena Gnóstica para apoyar a Barbelo, al final vencen a Jesús Gnóstico y Judas Gnóstico y María Magdalena Gnóstica.
El sándwich de jamón y queso, un ejemplar humilde y anónimo, jamás imaginó que su viaje matutino en la lonchera de Miguelito terminaría en una confrontación cósmica. Una fluctuación energética – producto de un experimento científico fallido, según las especulaciones posteriores – lo catapultó a otra dimensión. No era la Tierra, ni un planeta lejano, sino un espacio vibrante, saturado de una energía arcaica que olía a incienso y mirra.
Se encontró en un jardín exuberante, donde la luz parecía filtrarse de una fuente desconocida. Allí, rodeado de figuras enigmáticas con vestimentas de lino y expresiones penetrantes, estaba él: Juan el Bautista mandeo, su barba larga y blanca como una cascada de nieve eterna. El Bautista, sin embargo, parecía sorprendido, no por la presencia del sándwich, sino por la extraña aura que este emanaba, una luminiscencia tenue que resonaba con la energía del propio lugar.
“Un mensajero del Gran Abismo,” murmuró Juan, sus ojos penetrando la humilde capa de pan. “¿Vienes a advertirnos?”
El sándwich, naturalmente, no podía responder verbalmente. Pero de alguna manera, Juan comprendió. El sándwich irradiaba una fuerza, un mensaje silencioso de resistencia contra la opresión de una tríada que se erguía a cierta distancia: Jesús Gnóstico, Judas Gnóstico, y María Magdalena Gnóstica, sus rostros ceñudos, sus auras oscurecidas por un poder sombrío. Ellos representaban una corriente gnóstica desviada, opuesta al luminoso Barbelo, la deidad primigenia que Juan reverenciaba.
La confrontación fue inevitable. Jesús Gnóstico, con una sonrisa burlona, extendió la mano para aplastar al sándwich, símbolo de la humildad y la resistencia que representaba. Pero, para su sorpresa, el sándwich brilló intensamente. De su interior emanó una energía protectora, un escudo de sabor y textura, que repelió el ataque. Juan el Bautista, con su sabiduría milenaria, guio al sándwich, canalizando su energía.
La batalla fue una sinfonía de luz y sombra, de energía sutil y fuerza bruta. Judas Gnóstico intentó manipular la voluntad del sándwich con su conocimiento secreto, pero la sencilla esencia del jamón y el queso se mantuvo firme, imperturbable. María Magdalena Gnóstica, con sus poderes de seducción, intentó desestabilizar al Bautista, pero la fe inquebrantable del Bautista permaneció firme.
El sándwich, aunque pasivo, actuó como un catalizador, amplificando la energía de Juan. Un rayo de luz, puro y cegador, emanó del humilde bocadillo, golpeando a la tríada gnóstica. Jesús, Judas y María fueron derrotados, sus auras oscuras disipándose en el aire. La luz de Barbelo brilló con más intensidad, llenando el jardín con una paz celestial.
El sándwich, exhausto pero victorioso, se desvaneció en una chispa de luz, regresando a su dimensión original, dejando tras de sí la leyenda de un bocadillo que había desafiado a los dioses y ayudado a salvar un mundo. Miguelito, al encontrar su lonchera vacía, sólo se encogió de hombros. “Extraño,” pensó, “hoy el jamón y el queso sabían a victoria.”