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MI historia es sobre un niño que se pierde

Author:unloginuser Time:2024/09/18 Read: 4679

La tarde que Mateo se perdió

El sol se filtraba entre las hojas del bosque, pintando manchas doradas en el suelo. Mateo, un niño de siete años con ojos verdes y una sonrisa traviesa, corría entre los árboles, su risa resonando como una campanita en el silencio del bosque. Su madre, Marta, lo seguía de cerca, recogiendo los frutos rojos que se escondían entre las plantas.

“Mateo, ¡cuidado con esa raíz!” gritó Marta, viendo a su hijo tropezarse. Mateo, siempre inquieto, apenas escuchó. Se agachó para observar un grupo de hormigas que se movían en fila, su pequeño mundo ajeno al peligro que se acercaba.

Un ruido extraño lo hizo levantar la cabeza. Un pájaro, de plumaje azul brillante, se posó en una rama cercana, su canto agudo llenando el aire. Fascinado, Mateo dejó de prestar atención a su entorno. Se acercó al pájaro, sus ojos fijos en su belleza, sin darse cuenta de que se adentraba en el bosque cada vez más profundo.

Marta, preocupada, lo llamó por su nombre. “Mateo, ¡Mateo!” Pero solo el eco de su voz le respondió. La madre corrió hacia donde había visto a su hijo por última vez, pero no había rastro de él. El bosque, que antes le parecía acogedor, ahora era oscuro y amenazante.

El miedo se apoderó de Marta. Comenzó a gritar, desesperada, el nombre de su hijo. Los árboles se extendían a su alrededor, imponentes y silenciosos, como testigos mudos de su angustia. El sol empezaba a declinar, y las sombras alargadas se movían como espectros.

Mateo, perdido y solo, se sentó en la base de un árbol enorme, su rostro mojado por las lágrimas. No entendía dónde estaba, ni cómo había llegado allí. El bosque, antes un lugar mágico, ahora le parecía un laberinto oscuro y frío.

Un sonido lejano lo hizo levantar la cabeza. Eran las voces de los otros niños que jugaban cerca del río. Con un nuevo brío, corrió en dirección a ellos, su corazón latiendo con esperanza.

“¡Mateo!” Gritó un niño, reconociéndolo. El niño, llamado Lucas, se acercó a él, sin dejar de observar su rostro asustado. “Te estabas perdiendo, ¿verdad? Todos te buscaban.”

Lucas llevó a Mateo de la mano hasta el río, donde encontró a Marta, con el rostro pálido y los ojos rojos. La madre abrazó a su hijo con fuerza, su cuerpo temblando de alivio.

“Te buscaba por todas partes”, sollozó Marta, acariciando su cabello. “No me vuelvas a asustar así, Mateo.”

Mateo, abrazado a su madre, sintió la seguridad de su amor. Miró al bosque, ahora iluminado por la luz de la luna, y lo vio de otra manera. Ya no era un lugar mágico, sino un lugar peligroso, donde había perdido su camino. Pero gracias a la ayuda de Lucas, había encontrado su camino de vuelta.

A partir de ese día, Mateo nunca olvidó la tarde que se perdió en el bosque. Aprendió que la naturaleza, aunque bella, también podía ser peligrosa. Y aprendió que el amor de su madre era su guía, su faro en la oscuridad.